¿Qué es la iglesia, qué simboliza para los Cristianos?




El término iglesia deriva del griego ekklesia y significa asamblea, reunión.

Los cristianos en los tiempos de la Iglesia primitiva, se reunían en las casas privadas, en las catacumbas (sitios de enterramiento excavados en la toba y lugares ubicados fuera de los centros habitacionales) para orar y celebrar la Eucaristía; esto sucedía porque el número de participantes era todavía reducido pero, sobre todo, porque eran perseguidos por las autoridades civiles. Sucesivamente, con la expansión del cristianismo, ocurrida en el siglo IV gracias al emperador Constantino, se construyeron los primeros edificios de culto: las iglesias.

La primera comunidad cristiana no confiere excesiva importancia a la iglesia-edificio, sino a la iglesia-asamblea que se construye alrededor de Cristo, piedra angular, como testimonian los versículos del Nuevo Testamento: “Él es la piedra viva, rechazada por los hombres, elegida y estimada por Dios; por eso, al acercarse a él, también ustedes, como piedras vivas, participan en la construcción de un templo espiritual” (Pedro 2, 4-5); “Por él [Cristo] todo el edificio bien trabado crece hasta ser santuario consagrado al Señor, por él ustedes entran con los demás en la construcción para ser morada de Dio en el Espíritu” /Ef 2, 21-22).

El término iglesia deriva del griego ekklesia y significa asamblea, reunión (Cfr. Mt 18, 20). El término latino que se utiliza inicialmente, es domus ecclesiae que significa casa de la asamblea. La iglesia es la casa del pueblo de Dios. Para nosotros los cristianos, por lo tanto, es el lugar donde crecemos en la fe y en la gracia: con el Bautismo somos acogidos en la comunidad y con la Eucaristía y la Confirmación prosperamos en el camino del encuentro con Jesús.

Acoge la múltiple presencia del Señor, en la Iglesia reunida en su nombre, en su palabra, en la oración de alabanza, en el sacerdocio ministerial, en los sacramentos, en el sacrificio que se prolonga en la presencia real para el alivio de los enfermos y para el encuentro de adoración, comunitario y personal con el Señor. (Pontificial Romano, Introducción).

Antiguamente, las iglesias eran construidas con orientación al poniente, es decir hacia el sol que surge, símbolo de Cristo: “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará de lo alto un amanecer que ilumina a los que habitan en las tinieblas y en sombras de muerte, que endereza nuestros pasos por un camino de paz” (Lc, 78-79). Por tanto, el orar en dirección hacia el poniente, significa acoger al Señor que viene a salvar a la humanidad.

Las imágenes sagradas que se encuentran en las Iglesias, representadas en los cuadros y en las estatuas, son fuentes de devoción popular que nos ponen en contacto con la Iglesia celestial, mostrándonos ejemplos de fe, que marcan profundamente a la persona. Por esto, la Iglesia con sus mensajes de fe y arte debe ser un lugar querido para nosotros los cristianos, debe representar una especie de “casa” donde nos reunimos para orar y revigorizarnos espiritualmente, donde nos encontramos a Jesús por medio de los sacramentos y de su palabra. De hecho, en la iglesia la asamblea se forma espiritualmente y crece con el amor hacia Dios y hacia el prójimo, a través de la celebración de la Liturgia cuyo vértice es la misa; y mediante el programa iconográfico contenido en ésta.

Para celebrar la Eucaristía el pueblo de Dios se congrega generalmente en la iglesia. Las iglesias, por consiguiente, sean aptos para la realización de la acción sagrada y para que se obtenga una participación activa de los fieles (Instrucción General del Misal Romano 288).

La iglesia-edificio es el lugar donde la liturgia se expresa al máximo nivel y, mediante sus celebraciones, permite a la iglesia-asamblea elevar la mente y el corazón hacia Dios, experimentando la comunión con Dios y con los hermanos.

Particularmente en la iglesia es donde se desarrolla nuestro encuentro con Cristo: a través de la asamblea, o sea de los hermanos; a través del sacerdote que, al presidir la asamblea, representa a Cristo; a través del encuentro con el Evangelio y la Eucaristía. Los tres sitios más importantes de la iglesia. Por tanto, son: la silla sede, desde donde preside el sacerdote; el ambón, desde donde se proclama la Palabra; y el altar desde donde se celebra el sacrificio Eucarístico.

Fuente. Símbolos y signos Cristianos. Remo Lupi.

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